martes, 31 de enero de 2012

Fin de semana de hotel

¿Te imaginas cómo puede ser el fin de semana en el hotel? Por el camino ya íbamos fantaseando, contándonos las ganas que nos teníamos el uno al otro, cuántas veces nos lo íbamos a hacer, cuándo, a qué íbamos a jugar...

Al hotel llegábamos por la tarde, estaba algo lejos, sobre las 6 ya estamos allí. Entramos en la habitación y ahí está la cama, una mesa con una tele, el armario, y el baño. Casi no te dejo ni verlo. Dejamos la maleta en el armario, sin abrirla siquiera, y nos tiramos en la cama, a desnudarnos el uno al otro como posesos. 

Nos besamos, nos lamemos por todas partes, es algo casi frenético, animal. Y entonces te digo:

-¿Hace una ducha juntos?
-Sí -contestas.

Cuando entramos en el baño, y ahí está el jakuzi, es nuestro, para nosotros dos solos. Lo ponemos en marcha y nos metemos desnudos, uno al lado del otro. Lo disfrutamos momentaneamente, pero yo no puedo quedarme quieto, estoy a mil y con ganas de follarte ahí mismo, así que mi mano busca tu coño, y mis dedos se meten dentro a follarte. Te abres como una perra dejándome hacer. 

Luego me coloco casi encima tuyo, y te penetro sin más. Te follo un poco en esa posición, bien abierta, abrazada a mi cuello, lo muerdes, a veces con fuerza, mientras te voy embistiendo con fuerza. Pero estoy juguetón, y con toda mi polla empalmada, me siento en el borde del jakuzi.

-Daría el mundo por una mamada así.
-Luego te va a tocar así, lo sabes -me contestas.
-Luego pienso hacerte la mejor comida de coño que te hayan hecho, exactamente así.

Levantas mi polla dura, y empiezas a lamerme los huevos desde casi el culo. Te los metes en la boca, juegas con ellos, mientras me pajeas como la experta que eres. El agua corre, y yo casi estoy a punto.

-Cariño, si sigues chupándomela así vas a hacer que me corra.
-Pues córrete -dices sonriendo-. Tú sólo avisa.

Y entonces me haces saber lo que es una mamada, como nunca antes me la han hecho. Sabes que estoy muriéndome de gusto en ese momento, y llego, a un orgasmo rápido pero intenso.

-Dios, me corro...

Cierras los ojos y la boca, pero comienzas a pajearme deprisa con una mano, mientras con la otra me acaricias los huevos con suavidad, esparces mi leche por toda tu cara, para que yo lo vea. No puedo ir peor. Hasta que terminas de mimarla con suavidad. Cuando ves que ya no sale más, que está bien limpia, vuelves a metértela en la boca, le das besos, durante unos momentos.

Entonces te sientas con las piernas abiertas.

-Tu turno.

Yo no dudo, hundo mi cabeza en tu entrepierna, y empiezo a jugar con mis dedos, y con la lengua, la otra mano empieza a buscar tu ano, que como está mojado entra con facilidad.

-Ni se te ocurra separar tu lengua de mi clítoris hasta que te lo diga, y ya puedes follarme bien, quiero correrme mientras me lo comes.

Dicho y hecho, empiezo a follarte así, te meto hasta cuatro dedos, y mi lengua no para de lamer tu clítoris, te lo muerdo, y mis dedos follándote, y otro entrando y saliendo de tu culo. Te estás moriendo del gusto. No paro, sudo, me canso, pero no paro. Se me está poniendo dura otra vez sólo de verte en ese estado, muriéndote de gusto. Casi gritando.

Y entonces me llenas la boca de tu flujo, cómo me gusta beberte. tus piernas abiertas, mis dedos siguen entrando y saliendo de tu coño, y mi lengua sigue chupándote el clítoris con fuerza. Te quedas sin respiración, durante unos instantes, otro chorro de ti me llena la boca, y lo trago disfrutándolo por ser tuyo, salado, pero delicioso, una gota cae sobre la punta de mi polla, que vuelve a estar empalmada y con ganas de más. Y entonces terminas de correrte, con un gemido casi fantasmal, uno de los tuyos.

Voy parando poco a poco, como hago siempre. Hasta que subo, te la meto en esa posición, y te beso moviéndome muy muy poquito.

-Uff -me dices.
-¿Nos duchamos juntos? -te pregunto-. Podemos seguir jugando, y saldremos limpitos para irnos a cenar.
-Sí.

(continuará) 

lunes, 23 de enero de 2012

Así de caliente me tienes

Sabes que la frase "ir caliente" no es algo circunstancial en mi. Voy caliente continuamente, cada día, y sólo de pensar en ti. Y lo sabes. Ese es el poder que tienes sobre mi. Y cuando te veo, estoy contigo, y puedo acariciarte, abrazarte y besarte..., ufff, aún peor. Pero ya cuando haces lo que hiciste ayer al despedirte..., eso puede conmigo, y lo sabes. Seguro que te estás sonriendo ahora, recordando el mordisco en mi cuello y el lametón en el lóbulo de mi oreja, justo antes de meterte ayer en el coche. Sabías que eso me iba a dejar muy caliente, y hoy aún sigo así.

Pero no contenta con eso, ya me hiciste ayer la promesa de que este fin de semana vamos a dormir juntos. Ya me estoy imaginando cómo subo las escaleras a la parte de arriba, detrás de ti, con mi mirada fija en tus nalgas, deseando follarte como nunca. Y es que casi puedo imaginarlo.

Primero nos desnudaremos, nos comeremos la boca el uno al otro, tú abrazas a mi cuello, yo cogiendo tus nalgas desnudas, y mi polla apretada contra ti, seguro que ya chorreando a esas alturas. Luego a comerte el cuello, bajar a tus tetas y decirte que abras tus piernas, de pie, para arrodillarme justo delante de ti, y llevarme a la boca tu coño delicioso, empapado ya de jugos, deseando que me los beba todos.

Vas a querer sentarte en el sofá, para que pueda seguir comiéndotelo a placer, y así lo voy a hacer. Sin piedad, hasta que te oiga gemir como una perra, y empieces a moverte buscando mi lengua y mis dientes, mientras te trabajo el clítoris como a ti te gusta.

Luego me voy a sentar a tu lado, y voy a poner mis manos en mi nuca. Te vas a arrodillar tú ahora delante de mi, y me vas a dar una mamada de campeonato. Bajaré mis manos para acompañar a tu cabeza en la mamada, y sé que no vas a poder resistir la tentación de sentarte sobre mi polla dura y cabalgarme así en el sofá, mientras te como las tetas a placer, y mis manos aprietan tus nalgas, y si llego quizás acariciarte el ano de paso.

Así vamos a estar hasta que te pida que pares o me corro. Luego te voy a poner de pie de nuevo, con las piernas abiertas, y te la clavaré desde atrás hasta que grites de puro gusto, mientras agarro tus tetas con las manos, y te doy alguna que otra nalgada. 

Después vamos a ver si conseguimos algo con lo que atarte, te ataré las manos a la espalda, luego te vendaré los ojos y te pondré de rodillas. Me pondré delante de ti, poniendo mis huevos al alcance de tu boca, y me pajearé para ti mientras me los lames a saco. Después me pondré detrás de ti, y empezaré a follarte a cuatro, sabiendo lo que nos gusta. Pero hay que aprovechar la noche, así que no pienso terminar ahí. 

Te pondré sobre el sofá, y empezaré a trabajarte el coño hasta que tengas tu primera corrida. Entonces te besaré el coño con toda la dulzura posible y descansaremos un poco.


Luego empezaré a hacerme una paja suave a tu lado, mientras mis dedos juegan de nuevo con tu coño, aún empapado de tu corrida de antes (ya sabes que me vuelve loco verte soltar esos chorros de flujos cuando te corres), y te diré que mires la punta de mi polla. Ahí habrá una gotita, quizás un reguero de precum, pues en ese punto estaré superexcitado, y tú bajarás a limpiármelo, y luego volverás a cabalgarme, pero esta vez al revés. 

Mientras me cabalgas así, yo puedo alcanzar tu clítoris y tus tetas, que apretaré con mis manos, pellizcaré tus pezones, y volveré a sentir cómo te vas mojando sobre mi polla. Qué sensación tan buena es esa, cariño. Empezarás a cabalgar cada vez más rápido, y entonces volveré a ponerte en cuatro, pero encima del sofá, yo de pie, y te daré la mejor follada que te hayan dado nunca.

Yo ya no podré aguantar más, y en cuanto te diga que estoy a punto de correrme, y te la saque del coño para terminar pajeándome, te darás la vuelta, y pondrás tus tetas a mi disposición, echando la cabeza hacia atrás por si acaso. Mi leche empapará tus tetas, cubrirá tus pezones. Como no sé si vas a quererlo así, me exprimiré bien la polla, sin dejar una gota, para que puedas darme los últimos empujones de gusto con la boca. Eso me pondría tan loco, y lo sabes, que no me importará empezar otra vez a jugar.

Así es como me tienes hoy.

miércoles, 11 de enero de 2012

LA noche

Y diréis "uy, qué cagada, el artículo le ha quedado en mayúsculas". Y sí pero no, es decir, es completamente intencionado, porque hubo una noche en concreto que Torre y yo recordamos muy bien.

También decir que recordamos muchas, afortunadamente, y más que queremos recordar en un futuro, pero esa noche fue LA noche. Porque, todavía hoy, al recordarla, nos ponemos como motos y nos partimos de risa a partes iguales.

Torre y yo compartimos una característica curiosa, aparte de la fascinación por el buen sexo y el placer y la sensualidad y la buena comida (en todos sus sentidos) y las duchas compartidas y los bailes lentos y las agujas de coser (no preguntéis) y una lista interminable de cosas en común. Compartimos, digo, un sentido del humor perverso, malvado, inexpresivo que a veces nos hace preguntarnos si el otro va en serio o nos la está metiendo doblada... 

Y yo, al menos, gozo del don de la inoportunidad: en pleno momento de pasión desatada, un gesto, un sonido o una palabra desencadenan una asociación de ideas y me hace gracia, y lo comparto, naturalmente. De manera que, a veces, pasamos de estar gimiendo como cerdos a estarnos carcajeando como locos sin apenas transición. Tengo en mi memoria (y sé que Torre también) algunos momentos verdaderamente demenciales que recordamos todavía entre risas.

Pero esa noche, LA noche, nada hacía presagiar que podría ocurrir nada parecido. Íbamos cachondos y nos faltó tiempo para meternos en el coche, ir a nuestro escondite de entonces y empezar nuestras maldades. Pero entre nuestras maldades se cuenta el tomárnoslo con calma, la expectación forma parte ineludible del placer, etcétera, así que me lié un cigarrillo y empecé a fumármelo con tranquilidad. Torre ya había echado su asiento para atrás y estaba estirado como un gato juguetón.

Mientras me fumaba el cigarrillo, con la otra mano empecé a magrearle el paquete. Era la cosa más simple y vulgar del mundo, pero en aquel momento me pareció tremendamente excitante estar fumando a la vez que le metía mano. Y ni que decir tiene que a él le encantó y me lo demostró cumplidamente.

Cuando me acabé el cigarrillo estábamos los dos locos por follar y empezamos uno de esos polvos nuestros, de antología, que quedan en la memoria como botón de muestra de lo que puede ser el placer. 

Sudábamos a mares, él encima de mí, trepanándome el coño con esa polla tiesa que me vuelve loca, jadeando y gritando como perros. Recuerdo que yo le arañé la espalda y lo que pillé con las manos, hasta que se hartó y me sujetó las manos hacia arriba, ejerciendo sus prerrogativas de macho dominante. Ese gesto de dominación me encanta y me pone muy cachonda, y él lo sabe, así que se irguió para poder verme bien mientras me follaba y yo me retorcía de gusto, de excitación y de placer por saberme dominada por él.

Yo lo miré a mi vez, disfrutando de verlo disfrutar y retroalimentándonos los dos con lo que veíamos en la cara del otro. Una especie de cinta de Moebius sexual en lo que todo era subida, excitación y gozo.

Y así estábamos los dos cuando las luces de un coche nos enfocaron de frente porque, sin darnos cuenta, nos habíamos puesto en el camino de entrada de unos terrenos adyacentes.

Torre y yo maldijimos la hora, la madre y los muertos del conductor del otro coche mientras, sin vestirnos siquiera, quitábamos el coche de en medio y buscábamos otro lugar, no muy lejano, donde terminar lo que se nos había quedado a medias. Cuando lo encontramos, nos lanzamos al ataque casi como si la interrupción no hubiera ocurrido, o quizás más excitados todavía por el punto exhibicionista que todos albergamos dentro.

Fue uno de esos polvos nuestros, como he dicho antes, que han quedado en mi memoria como botón de muestra de lo que el sexo puede llegar a ser: excitante, divertido, serio, ardiente, tranquilo, apasionado, tierno, lento, silencioso,... y, entre sinónimos y antónimos, podríamos llenar un libro. 

También, lo reconozco, ha quedado en mi memoria como la demostración efectiva del coitus interruptus. Y si eso no lo es, que baje Dios y lo vea.

lunes, 9 de enero de 2012

Traviesa

Eres traviesa, mucho. Sabes ponerme duro sólo con morderme el lóbulo, con una sugerencia, con un mensaje al móvil, con una caricia en mi entrepierna mientras conduzco, o con un apretón de tu rodilla cuando nos besamos. Consigues ponerme cachondo como nadie lo ha hecho, a veces basta sólo con pensar en ti. Anoche no fue la excepción. Yo estaba muy cansado del viaje, mucho, y si hubiera tenido las llaves de mi casa en mi poder sabes que hubiéramos follado como nunca.

Hoy estoy caliente. Me ha masturbado hace apenas unos minutos, y sigo estando caliente, por tu culpa.

Te imagino con una minifalda, un jersey ajustado, unas medias negras con dibujos, y unas botas piratas casi hasta la rodilla. Tu mirada tras las gafas, de forma traviesa, pidiendo sexo. Las medias esas que me contabas, con agujeros en los sitios apropiados. Tú sin bragas, y así no tengo que quitárte las medias. No sabes cómo me gustaría follarte así, simplemente poniéndote a cuatro, levantando esa minifalda, y metiéndotela con fuerza mientras termino de tumbarte bocabajo. Acariciándote las piernas, los muslos, las nalgas, por encima de esas medias negras con dibujos y agujeros.

Qué ganas tengo de que podamos ir a comprar un conjunto así. Y por supuesto, de que sigas siendo conmigo esa niña traviesa, con mirada de putón, levantándomela y poniéndomela dura con un par de roces.

Y al final, escuchar de tus labios, justo antes de besarme el cuello, mientras te abrazas a mi, con la cabeza en mi pecho, cuánto me quieres.
Related Posts with Thumbnails